Hoy es oficialmente mi último día en la red social para niños y canis, reconvertida a una de las mejores operadoras móvil del país, y un sitio alucinante para trabajar. Aquí he pasado algunos momentos inolvidables y me he rodeado de gente con la que es un verdadero orgullo y honor haber trabajado. En estos dos años y medio he aprendido literalmente todo lo que sé ahora; cuando empecé no sabía nada. Pero nada de nada, hasta ese momento yo me había dedicado a llenar cuadernos con demostraciones matemáticas, teoremas y ejercicios, usando el ordenador para poco más que para escribir con lenguaje chachi-académico en LaTeX.
Participar en el primer Tuenti Challenge y que me diesen una oportunidad ha sido una de las mejores cosas que me han ocurrido jamás. He estado siempre en equipos con gente que es mejor que yo y de la que he podido aprender un montón porque nadie era competitivo, elitista o arrogante. En serio, he tenido unos compañeros increíbles, que lejos de mirarme como el insecto ignorante que era, tuvieron la paciencia de responder a mis preguntas y esperar a que todo lo que me decían dejase poco a poco de parecerme chino. También ha habido cosas malas, por supuesto, pero de ésas uno se olvida muy fácilmente.

Aunque hoy es mi último día oficial, llevo unos cuantos ya de vacaciones gracias a tenerlos acumulados del año 2013. Tenía que tener una despedida como se merecía, así que haciendo honor a mi título de Backend & Baking Engineer, planeé un despliegue guay para la última release de Baking Framework, que fue todo un éxito. Tras haber estado preparando cosas durante una semana más o menos, gracias a las bondades del congelador y de los bizcochos y masas que se pueden hacer con días de antelación, las tartas duraron aproximadamente 10 minutos antes de que la gente tuviera que rascar el papel de aluminio para probar los restos. Las galletas creo que sobrevivieron algunos minutos más.

Podéis echar un vistazo por aquí a la tarta de mascarpone con dulce de leche (sacada de Domestic Sluttery, con almendras en vez de avellanas y 5/3 más de todo para adaptar al molde), la tarta de chocolate (espectacular receta de Joy the baker, con yogur escurrido con bicabornato como reemplazo de la sour cream), las galletas de mantequilla de cacahuete y chocolate y el pastel de limón con semillas de amapola (ambas recetas del libro original de la Hummingbird Bakery, mi primer libro de baking traído de Londres).
Pero todos los dulces no fueron nada comparado con los regalitos que me hicieron, lo más guayísimo del mundo. Un libro de cocina para geeks lleno de cosas científicas, una auténtica camiseta de Baking Framework, Londres de bolsillo y súperheroes pixelados DIY para la pared. No faltan las tarjetas chulísimas llenas de mensajes, claro. La verdad es que así la pena por irse se vuelve bastante más difusa.

Ha sido agradable ver que en diferentes redes sociales la reacción a mi adiós a Tuenti ha sido de interés por mi “nueva aventura”. Justo eso, “nueva aventura”, me gusta como suena, optimista y valiente. Y bueno, sobre esa nueva aventura pues ya iré contando alguna cosa cuando deje de cruzar todos los dedos porque lo de optimista y valiente está muy bien en la teoría, claro. Pero todos los nervios y el miedo de ahora tienen que merecer la pena mucho, de eso estoy segura.