Hace como 9 años estuvimos en Barcelona e hicimos un puñado de cosas turísticas típicas con un presupuesto ridículo. Desde entonces he estado varias veces pero siempre de paso, menos de 24 horas, sin tener tiempo de nada. Así que en la visita de 3 días que hicimos hace un par de fines de semana no nos preocupamos de ir al Park Güell ni a la Sagrada Familia ni al Museu Nacional d’Art de Catalunya en Montjuïc, sino de conocer y explorar los barrios del centro de la ciudad, ver sitios bonitos y probar cosas ricas, aprovechando que nuestro presupuesto ha mejorado bastante desde entonces y a pesar del tiempo horrible que nos hizo.
Algunos de los highlights:
Kilo. En mi lista de lugares no podía faltar el restaurante decorado por Mr. Wonderful, Kilo Restaurant, que sólo por el ambiente y los mensajitos de la carta ya merece la pena pero que además tiene una comida muy rica. Tuvimos suerte consiguiendo mesa porque llegamos muy tarde para comer pero tiene tanto éxito como para estar completamente lleno a base de reservas un jueves a medio día.

Boadas. También nos pasamos por el mítico Boadas, el bar de cócteles abierto en 1933 por un ex-barman del La Floridita en la Habana, donde Miró y Hemingway obtenían sus dosis de alcohol, y donde por supuesto me pedí un daiquiri.
We Pudding. Me encantan los cafés originales así que cuando descubrí este que parecía sacado de un cuento de hadas, setas gigantes incluídas, lo añadí inmediatamente a mi lista de Foursquare para Barcelona. Efectivamente, el sitio era súper bonito, y bien merece una visita. La única pega es que está totalmente orientado a los niños, por lo que cuando fuimos había un buen montón de ellos. Y a mí la decoración como de cuento y los sitios bonitos me encantan pero los niños…


Dos Palillos. Desde un mes antes de ir tenía hecha la reserva para comer en el restaurante Dos Palillos en el Hotel Casa Camper. Había querido ir a probar la comida allí desde que me enteré de que Camper iba a abrir un restaurante y cuando hace unos meses les otorgaron la primera estrella Michelín me vino que ni pintado, porque así mataba dos pájaros de un tiro: probar el Dos Palillos y comer por primera vez en un restaurante con uno de estos galardones. El sitio mola bastante porque es una barra asiática en la que los cocineros preparan todo delante de ti y te sirven, y aunque es caro, merece la pena al menos una vez en la vida. Algunos platillos de los que probamos como la diminuta japo-burger con shiso, jengibre, pepino marinado y pan casero al vapor con sésamo negro o la papada de cerdo ibérico a la cantonesa, cocinada durante 16h a 72º y caramelizada, fueron simplemente espectaculares.


He de admitir que la comida más rica de todo el viaje no fue en el Dos Palillos, ni en el Kilo ni nada fancy y elaborado, sino las anchoas sobre pa amb tomàquet acompañadas de una copa de xampanyet en El Xampanyet, apretujados y de pie en una barra. El chocolate suizo con melindros y la tarta de crema catalana en la Granja Viader, el sitio donde inventaron el Cacaolat, también merecen una mención aparte.
Cosas ricas aparte, lo que más me gustó del viaje fue pasar horas callejeando por Gràcia, el Raval, el Barrio Gótico y sobre todo por el Born. La proporción de sitios chulos en este último barrio puede que supere a la de mis barrios favoritos en el centro de Madrid. A veces resultaba un poco cómica la cantidad de galerías, estudios de arte y locales gafapasta orientados a los artistas que te encontrabas andando por cualquier callejuela. Estuvimos tanto el viernes por la noche como el sábado durante el día, y me encantó en ambas ocasiones. También sacamos un rato para ir al CaixaForum, puesto que nunca había estado y el CaixaForum de Madrid es uno de mis museos favoritos. El Palau de la Música Catalana es posiblemente el edificio que me ha gustado más de toda la visita y de los 3 días de recorrer calles, algunos de los sitios que más me gustaron y que recuerdo son:
- Ivo & Co, como para querer comprar todo lo que tienen ahí
- El café El Colectivo (súper agradable)
- La espectacular tienda de Vinçon en el paseo de Gracia, no la conocía y no me extraña que venga en la mini guía de Lonely Planet. Nos vino que ni pintada para refugiarnos de la tromba de agua en horizontal que nos calló la primera tarde.
- Ramonas, una tienda de cosas chulis para la bici en una bonita plaza del Born.
- La concept store de Medwinds. No sabía que tenían tienda en Barcelona y cuando llegamos estaban en plena entrevista y sesión de fotos con Naoto Fukasawa. Hablé un rato sobre la marca con uno de los jefes y nos invitó a un encuentro con bloggers, el diseñador japonés y copas de sake y vino.


Si no fuese por la humedad horrible no me importaría pasar una pequeña temporada en Barcelona. Aunque me pregunto cuánto tardaría en tener el mono de Madrid.
Ainss, me encanta Barcelona… Muchos de mis amigos de toda la vida viven allí, e intento ir al menos una vez al año (aunque el último no pude, pero lo soluciono en unas semanitas)… El barrio gótico es mi favorito arquitectónicamente, pero el Born mola tanto… Me apunto alguno de los sitios para mi próxima escapada, aunque creo que esta vez que voy con CJ (y es su primera vez), me tocará más turisteo del “típico”…